sábado, 25 de febrero de 2017

NO MUERDO. NO SIEMPRE.

Puedo darte más de mil motivos para huir despavorido y tan sólo uno para que elijas quedarte y detonar tu corazón.

Puedo meterme en tus canciones, en tus letras, en tu cabeza y en tu piel. Puedo hacer que odies y maldigas aquel día en aquel café. Puedo, si quiero, darte mi amor a cuenta gotas; o dártelo todo junto en un solo día y que te alcance para el resto de tu vida.

A veces soy buena, romántica, empalagosa, asquerosamente dulce, endemoniadamente dulce. A veces me estremece el amor, el sentirme así. A veces no evado mis pensamientos. A veces los suelto como a perros salvajes a atacar yugulares, pechos, cuerpos enteros. A veces también, soy tan fría y mala como el hierro y les doy vacaciones a los sentimientos, les doy soledad y castigo a voluntad.

Puedo estar más loca de lo que crees, o de lo que creo. También puedo ser tan común,  ordinaria y aburrida que hasta yo misma me detesto. Puedo ser el mismísimo domingo. Puedo ser todos o no ser nadie. Puedo pelear por vos. Puedo acercarte a mi sol, a mi cama y a mis canciones. También puedo darte todo el espacio que desees y tenerte en un abrir y cerrar... todavía más cerca de lo apropiado para respirar sin dificultad.

Las mujeres somos exquisitas y venenosas. Sólo somos ignorantes de nuestra propia sabiduría. Somos cielo de verano y si nos encabronamos somos de las peores tormentas entre simples paganos.

Las mujeres a veces tenemos más veneno que sangre y podemos picar como abejas dejando el aguijón en tu piel aunque sin morir despedazadas.

Podemos amar hasta la locura o podemos no querer ver tu rostro ni así sea para una estúpida aventura. Acariciamos y rasguñamos, besamos y mordemos, cogemos y hacemos el amor y no hay dardo tranquilizante que nos duerma en la maldición.

Tené cuidado y no dudes en enamorarte de una mujer con sangre, de una mujer caliente, una mujer demente, de una mujer efervescente. No lo dudes porque en esa duda te quedarás parado y rezongando, esas mujeres son un tren que pasa demasiado rápido. No te quedes papando moscas que a esas mujeres no les gustan los idiotas. Actuá rápido con ella, conmigo, con la otra.

Las mujeres somos perras malditas, somos agua bendita, somos lava ardiente, batalla de dioses. Somos guerreras pintadas con barro, poseedoras de amores enormes y capaces de sacarte de tu maldito tarro.

Dejá que te muerda, que te hiera y después pedí piedad si se enoja, si la lastimás. Pedí piedad si decide quebrar tu pecho mientras llora. Pedí piedad porque cuando el lamento pase... pisará tus flores y se reirá a brutales carcajadas de tus malditos y aniñados pensamientos de colores.

Así que... no temas, no mordemos, no siempre.

Autora: Maru Leone

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